No a la pena de muerte, incluso cuando es para un dictador degenerado y genocida como Sadam Huseim. No sabemos el número de asesinatos que dicrectamente (con sus manos) o indirectamente (mandándolo o por sus lacayos de su terrible régimen) es responsable, más de lo que nos creemos, desde sus yernos, pasando a comunidades chiies y curdas, pero los principios deben de estar por encima.
¿Que clase de democracias queremos para el tercer mundo?, si este es el ejemplo, creo que nuestra credibilidad es minima. Aunque claro Estados Unidos, quién vela por este nuevo estado iraqui, es junto a Iran y China de los estados del mundo que más penas capitales han sentenciado el año pasado.
Europa ¿dónde esta?, ¿dónde esta nuestra identidad?, ¿cómo no estrapolamos nuestro modelo de defensa del ser humano?, que aunque no sea perfecto es el menos malo de los que existen. Ahora, por lo menos, Europa debe presionar para que no se cumpla la pena capital, pues la victoria de la incipiente y casi ridicula democracia iraqui, es haber sentado al dictador ante un Tribunal de Justicia del Estado, el ser tratado como un criminal, obligado a escuchar la sentencia de pie ante el Tribunal. Eso es lo importante para la democracia. La muerte empaña los procesos democráticos.
Cada vez que veo a un dictador sentado ante la justicia, me ilusino con un mundo mejor más justo y más pacífico. Nunca más a una pena de muerte.
RAMON SANCHEZ HEREDIA
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