07 agosto 2007

NAVARRA VERSUS DEMOCRACIA

El problema de la gobernabilidad de la Comunidad Navarra no me quita el sueño. Se ha montado una gran movida partidista, que no estrictamente política, pues lo único que se lucha es por esferas de poder y por estrategias electorales. Cada vez vivimos de menos pensamiento político y más de demoscopia e imagen, cada vez mandan más los asesores mientras que han desaparecidos los ideólogos.


Sí me preocupa como la Constitución, esa a la que tanto alaban unos y otros, cuando les interesa, luego no cumplen ni de pasada su letra y menos aún su espíritu. El artículo 6 de la Carta Magna, señala en su última frase: “Su estructura y funcionamiento deberán ser democráticos”. Se refiere a los partidos políticos.


Queda claro el gran déficit democrático de las estructuras partidarias. Si un órgano toma una decisión y se le “ordena” lo contrario, la democracia de la organización queda totalmente en duda, sobre todo cuando la tesis aprobada era una tesis que anteriormente era mantenida por la dirección que ahora la desaprueba. Se acabaron coherencias, líneas de pensamiento político, promesas electorales, democracia interna, el que manda manda, si las encuestas y los estudios señalan un camino pues por ahí y punto. La consecuencia es clara, descrédito de los partidos políticos y de la propia democracia.


Sin embargo la ciudadanía no reacciona. Los grandes partidos dejan mucho que desear, pero mientras a los partidos pequeños no se les perdona, a los grandes se les da bula. Quizás es que no se a vencido al franquismo sociológico, se buscan no líderes democráticos sino caudillos, a los que se sigue y adula, con ningún sentido crítico, o si se crítica con la boca chica, públicamente nunca. Para colmo, los medios de comunicación critican los debates internos, las corrientes, las llaman crisis, con lo que fomentan el pensamiento único, que diferencia con otras democracias, donde los lideres (que no caudillos) de un mismo partido se enfrentan en debates televisados y eso aumenta la credibilidad y el apoyo a esos partidos.


La democracia, como todo en la vida, hay que cultivarla para que se desarrolle y crezca, aquí ello se ha olvidado, democracia no es votar cada cuatro años, es necesaria una cultura detrás de la cual adolecemos. Esto es una realidad para el que no quiere mirar para otro lado y para los que seguimos pensando en la sociedad, en el bien común, en el colectivo, en el pueblo, aunque eso no es la moda, donde el individuo es el principio y el fin, aunque sea al final en perjuicio de esos individuos aunque no se den cuenta.

RAMON SANCHEZ HEREDIA

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