30 julio 2007

LA ROSA Y LA LUNA



En la primera noche calurosa del verano, la luna llena sale a vigilar el universo, cruza el cielo como una antorcha rojiza que alumbrará hasta el alba en que se sumerge en las aguas atlánticas.
Nada se mueve en la noche, incluso el silencio llena la ciudad, parece como si el calor adormeciera y paralizara todo, sólo el capullo de una rosa permanece inalterable, creciendo sin pausa, contemplando la luna.

¿Cuántas rosas habrán contemplado la luna?, imposible de calcular. La importancia de la rosa, en la inmensidad del universo, dónde incluso la luna es un punto, es ínfima, pero lo mismo podríamos decir de los hombres.

Tanto que nos creemos los seres humanos, sin respetar la naturaleza ni a nuestros propios congéneres de especie, y lo poco que somos en realidad, como la rosa. Valdría más que nos preocupáramos en mirar hacia el universo que en mirar nuestro ombligo, complicándonos la vida y la de los demás.

Vivamos como las rosas y no nos creamos que somos la luna.


RAMON SANCHEZ HEREDIA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena poeta, ideólogo, abogado, político, filósofo y gran amigo.