Tengo pánico, me da miedo expresarme, cuidaré tremendamente mis palabras a partir de hoy, pues en ella puede estar el futuro de nuestra sociedad, mi futuro, pero incluso me mordere la lengua en las conversaciones privadas en los bares y en mi casa hablare bajito y con las ventanas cerradas y las persianas hasta abajo. Hay que ser muy prudente como están las cosas.
Hoy en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía popular, junto al Senado, la Señora Vicepresidenta ha sacado a colación el problema más grave de España, pues el jefe de la oposición, en una conversación privada, le había dicho a uno de sus principales discípulos referiendose a ella, "la otra". Tamaña felonía se trataba en el hemiciclo.
Alguna vez he ojeado actas de discursos parlamentarios de la II República y recuerdos entrañablemente la I Legislatura, daban gusto, la categoría no sólo política sino también oratoria, independientemente del acuerdo o desacuerdo con lo expresado, no tiene ni punto de comparación con la actual.
La Señora Vicepresidenta se ha lucido, ¿quién se ha credido que es?, es una española más, es otra mujer, igual que yo soy otro hombre, y ya esta bien de manejar un falso faminismo, mientras que "otras" padecen salarios más bajos que los hombres en un mismo puesto de trabajo, "otras" trabajan en mucho mayor número en la economía sumergida, "otras" padecen la violencia más atroz, "otras" se ven desde jovenes truncadas sus vidas por la falta de formación y educación, que conlleva numerosos embarazos no deseados, prostitución, etc.. Usted, en vez de preocuparse por todos esos problemas reales, del día a día de las ciudades y los pueblos, jutno con la subida de la luz nuevamente, la subida del precio de las hipoteca, el parón de la construcción que conlleva miles de nuevos parados,..... se enfada por que la llaman "la otra".
La pena es que tenemos una democracia cortita, poco desarrollada, pues en otros parlamentos usted hubiera sido el choteo de todos, empezando por los suyos, y hubiera recibido una contestación acorde, claro esta que con el Jefe de la Oposición actual sale usted de rositas. En otras democracias, la prensa habría acabado con usted, aquí los de un lado la apoyaran en la sufrida felonía y los del otro aprovecharan para meterse con el Presidente, que en este caso es inocente, sin que sirva de precedente.
La Vicepresidenta desde luego no se preocupe conmigo, prometo firmemente que nunca, ni en conversaciones públicas ni privadas, ni incluso en los sueños, la llamare "la otra", eso lo guardaré para muchas mujeres que cada día se enfrentan a la vida, muchas veces difíciles o muy difíciles. A usted sólo la denominare como "la nueva Marquesona".
RAMON SANCHEZ HEREDIA
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